OPINION: La realidad detrás de la despenalización del llamado “Aborto terapéutico”
OPINIONES, PORTADA 20:22
Pastor y Educador.
Santo Domingo. En nuestro país, República Dominicana actualmente hay una fuerte presión
de grupos internacionales y nacionales a que se despenalice el llamado “aborto terapéutico”
el cual se traduce exclusivamente en la frase “peligro a la salud de la madre”.
Es bueno hacer dos aclaraciones iníciales, primero: la palabra terapia aquí es
mal usada porque en medicina significa tratamiento de enfermedades (Diccionario
de la Real Academia Española) y eliminar la vida de un bebé en el vientre no
cura ninguna enfermedad, segundo: “peligro
a la salud de la madre” es un concepto amplio, ambiguo y que se presta a
fáciles abusos, ya que como hemos visto en otras naciones que han despenalizado
este tipo de aborto se ha traducido en “problemas” psicológicos inducidos como
son: el deseo de posponer la maternidad, ser muy joven para cargar con un
embarazo, impedimento para la realización profesional, la incapacidad de criar al
bebé, rechazo por parte de la familia, entre otros, esto bajo la certificación de médicos negociantes que
supuestamente se han apegado a este tipo de práctica permitidas por sus leyes cuando
en realidad muchas veces las vidas de esas mujeres nunca estuvieron en peligro.
Es bueno señalar que en el país no hay que despenalizar este tipo de aborto
para que después de agotar diligentemente todos los recursos humanamente posibles
con la finalidad de salvar ambas vidas un médico tenga que tomar una decisión a
favor de un peligro real a la salud física de la madre, es algo que se realiza
y no es penalizado por el código penal actual, el cual nos muestra en su artículo
10 la figura del estado de necesidad que consiste en: “no
ser penalmente responsable, la persona que, ante un peligro actual o inminente
que la amenaza a ella o a otra persona realice o ejecute un acto u omisión
tipificado como infracción por este Código o la legislación penal especial
vigente.”
No es tan difícil darnos cuenta de lo que hay detrás de quitar la pena
al “aborto terapéutico”, ya que no es más que una puerta hacia la liberación
total de los abortos. Decimos esto porque países que hoy día han despenalizado
totalmente este crimen a los no nacidos comenzaron primero haciéndolo con este y
actualmente en esas naciones hay un abuso sin precedentes, hasta tal punto que
el 90% de los de los miles y miles de abortos que se realizan en el mundo no
entran en la categoría que se han designado para legalizar el aborto (esto según
informes del Ministerio de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad España año
2013, y el Christian Medical Fellowship Gran Bretaña año 2012). En el caso de
Estados Unidos se practican alrededor de 3,000 abortos por día, que es más de
un millón al año (según el Centro de Control y Prevención de Enfermedades, CDC, una agencia del Departamento de Salud y Servicios
Humanos) y es una de las principales causas de mortalidad materna, pero esta
información no es popular, porque detrás del aborto hay una negocio millonario
que muchos no les gustaría perder.
Una de las estrategias que
se usa para engañar a la población es diciendo que aprobando este tipo de
aborto se reduciría la mortalidad materna en el país y estudios publicados en
el año 2008 por el Centro Nacional de investigaciones en Salud Materno Infantil
(CENISMI) nos muestran una realidad que todavía continúa, y es la falta de
calidad en los centros de atención primaria para las mujeres embarazadas y esto
sí se considera uno de los pilares en la reducción de la mortalidad
materno-infantil que ayudaría a nuestras mujeres.
Señores jueces constitucionalistas,
legisladores, médicos, sociedad dominicana en sentido general, no caigamos en
esta trampa, votemos por la vida y defendamos el derecho que tiene todo ser
humano de vivir. Dios es el dueño, dador y el autor de la vida humana(Génesis
2:7) (Salmos 139:13), él condena el aborto (Éxodo 20:13) es pecado ante Sus
ojos, porque es asesinar a un ser que ha sido creado a Su imagen conforme a Su
semejanza (Génesis 1:27), por quien
también al igual que por nosotros Jesucristo vino y murió para que
aquellos que creen en Él sean perdonados de sus pecados y tengan vida eterna
(Juan 3:16).