LA VIDA BREVE DE JOSÉ MANUEL SUERO
CULTURA 9:05
DESDE EL ORIENTE
LA VIDA BREVE DE JOSÉ MANUEL
SUERO
Por
Rafael Pineda
Montevideo,
Uruguay- Algunos hombres desde temprana
edad se integran a un tipo de evento relacionado con las ciencias, las artes,
la cultura, organización social, política, sindical o entidad comunal y a
través de ellas, es trazado el rumbo de sus días restantes en la vida.
Uno
de los hombres de ese grupo fue José Manuel Suero (Obispo), a quien, al
cumplirse 16 años de su desaparición física, se hace necesario recordar y rendirle tributo por el ejemplo de lucha
reivindicativa a favor de los campesinos de su pueblo; lucha que dejó
inconclusa porque al hombre la vida se le hace breve para ver la transformación
de lo que quisiera ver transformado. Es como dijera Leonardo da Vinci:
“Mientras pensaba que estaba aprendiendo cómo vivir, he estado aprendiendo cómo
morir”.
Al
leer el título de este escrito algún lector se adelantaría a pensar que iba a
referirme a la magnífica obra literaria
de Juan Carlos Onetti, “La vida breve”, publicada por primera vez en 1950 (el
año de nacimiento de José Manuel Suero) donde el protagonista, Juanicho,
convertido en Juan Brausen y después en Grey, reinventa varias veces su vida
taciturna en unas historias de muertes prematuras, desapariciones y soledad
transcurridas en la ciudad de Santa María, inventada por el célebre autor de la
misma manera que Gabriel García Márquez inventó Macondo.
Pero
me refiero a otra vida breve, a la de José Manuel Suero, un hombre que vivió
asumiendo protagonismo en los acontecimientos que fueron importante centro de
atención cuando en la República Dominicana los campesinos y los habitantes de
las barriadas empobrecidas asumieron conciencia del camino que tenían que
recorrer para superar los injustos modos de vida y la desequilibrada
distribución de la riqueza nacional, en el presente caso, la riqueza agraria.
La
vida de este hombre, apodado Obispo, nacido en Sabaneta, provincia San Juan, el 30
de mayo del 1950, fue lo que se dice una vida breve. En este mes estaría
cumpliendo 70 años de vida, y lo que está cumpliendo son 16 años de muerto. Su deceso se produjo el 25 de mayo del 2004.
¿Cómo y dónde murió? Mientras se trasladaba de noche conduciendo su motocicleta
desde la comunidad rural de Manoguayabo a la ciudad San Juan de la Maguana.
Otro vehículo lo chocó por detrás, quedó abandonado bajo una cuneta donde fue
auxiliado por los ocupantes de otro vehículo que, mientras agonizaba, lo
llevaron al hospital Alejandro Cabral, donde falleció horas después.
Era
entonces un hombre de 54 años, tan necesario como indispensable. Sobre el
crimen no hubo una investigación policial y la justicia no se interesó en el
caso. Apareció gravemente herido, abandonado en una cuneta, murió, y ya, ahí
mismo el caso quedó concluido. Si fue un accidente o un ataque criminal, nunca
lo hemos sabido. No digo “jamás lo
sabremos” porque la esperanza es lo último que se pierde y, asumiendo el
concepto de que nada está perdido, no pierdo la esperanza de que un día haya un
sistema judicial sin miedo, sin que
tenga que arrodillarse ante padrinos y aún hayan pasado cien años inicie y
concluya una investigación que determine la realidad de lo acaecido.
Aunque
no es una regla, por lo general el pasado determina lo que uno hace en el
presente. José Manuel Suero (Obispo)
desde muy temprano observó con dolor el sufrimiento de los hombres del campo y en
la adolescencia se integró a organizaciones que procuraban terminar con la
injusticia de unos hombres contra otros.
Sufrió
en carne familiar la marginalidad a que son sometidos los campesinos y en su
natal Sabaneta, donde a final de los 70 se construyó una represa que trajo como
consecuencia el desalojo de miles de agricultores bajo promesa de ser reubicados en terrenos
llanos, favorecidos con la irrigación del canal José Joaquín Puello, y que
serían aplicadas las leyes de latifundio y aparcería, los gobiernos de entonces, principalmente el de Joaquín Balaguer,
se hicieron de la vista gorda.
José
Manuel Suero que en ese momento se ganaba la vida como chófer de carro público,
se integró a las primeras asociaciones campesinas de San Juan, luchando por la
aplicación de las leyes agrarias. Fue así que peleó junto a Zoilo Ramos, uno de
los líderes campesinos más notables de la historia agraria dominicana, en el Frente de Campesinos sin tierra y se
hizo miembro de la Asociación de Parceleros de Pedro Corto
Esas
entidades tuvieron como propósito movilizar a los campesinos sin tierra para
forzar al gobierno a llegar a un acuerdo mediante el que se le tendría que
conceder una pequeña franja de terreno a la que le llamarían “parcelas”, como
resarcimiento por las que les habían quitado en Sabaneta, o en compensación por
ser los que, con el duro sudor de la frente, hacían producir la tierra.
Tuvo
un papel destacado en las jornadas de esos años y se convirtió en uno de los
líderes más destacados. Integró el
poderoso Movimiento Campesino Independiente, organización de carácter regional
liderada por dirigentes de la estatura de Mario Ogando, Lauro Romero Félix,
Martín Nivar Piña, Enerio Mateo y Pedro de León.
Más
adelante pasó a formar parte de La Federación de Asociaciones Campesinas,
compartiendo la dirección con los hermanos Melanio y Ángel Ramírez, con Mamota
Ramos, Domingo Rodríguez, Juan Bautista Peralta, Julio Ramos (hermano de Zoilo),
Benito Bidó Jiménez (Digno) y Orbito de los Santos.
Junto
a ese selecto grupo de líderes, encabezó el poderoso movimiento que conmovería
a la opinión pública dominicana en los años del 1970 al 1996 durante los
periodos de gobierno de Joaquín Balaguer, Antonio Guzmán, Salvador Jorge
Blanco, Leonel Fernández e Hipólito Mejía.
Las
movilizaciones de campesinos encabezados por esos dirigentes, presionaron a los referidos gobiernos a poner
en práctica las leyes de Cuota Parte,
Aparcería, de Latifundio, de Terrenos Baldíos y el código agraria que
favorecía a los campesinos sin tierra, logrando beneficiarse miles de familias
que antes no tuvieron nada.
José
Manuel Suero era un incansable batallador y de la lucha en los frentes
campesinos pasó a formar parte del Comité de Lucha Popular de San Juan de la
Maguana y de la Coordinadora de Organizaciones Populares de la Región Sur,
ahora compartiendo las banderas con el dirigente popular Víctor Portes (actualmente
retirado).
De
esas lides dio un paso y se organizó en el Partido Comunista Dominicano, estructura
política que, al igual que el Núcleo Comunista del Trabajo, llevaba la
vanguardia en la organización del campesinado, promoviendo, estimulando y
orientando las tomas de tierra en toda la República, en especial en San Juan, donde
más fuerza cobró el movimiento posterior a los hechos de Yamasá y al asesinato
de la líder Mamá Tingó. Después de la
caída del muro de Berlín se produjo la disolución del PCD y acompañó a Narciso
Isa Conde en la fundación de la Fuerza de la Revolución, llegando a ser miembro
de su Comité Regional Sur Richard Caamaño.
José
Manuel Suero fue un hombre cabal, un individuo que mantuvo con decoro los
ideales que consideró justos, portador de la antorcha reivindicativa de los
barrios populares; de los campesinos en
los momentos que las movilizaciones agrarias tuvieron su más alto esplendor,
llegando a forzar al gobierno y a sus congresistas a legislar la creación de la
Ley de Cuota Parte. El campesinado de ayer le debe mucho a este dirigiendo ido
a destiempo, y el campesino de hoy, debería recordarlo con el mejor homenaje
por el legado de lucha y militancia que les dejó.
Voy
a concluir con una metáfora del maestro Jorge Luis Borges, sacada del poema
“Isidro Acevedo”, donde relata la muerte de su abuelo materno:
“En
metáfora de viaje me dijeron su muerte; no lo creí. Yo era chico, yo no sabía
entonces de muerte, yo era inmortal. Yo lo busqué por muchos días por los
cuartos sin luz”.