Opinión: Educación y Felicidad en la Tercera Edad
OPINIONES, PORTADA 10:36
Autora: Margarita Cedeño de Fernández
@Margaritacdf
A todos nos alegró la buena noticia que resaltó este
Listín Diario de la graduación de 390 adultos mayores en distintas carreras,
destacando el ejemplo de mi querida Alejandrina Lantigua, quién a sus 72 años
fue investida como Licenciada en Derecho por la Universidad de la Tercera Edad.
Hace 4 años que invité a doña Alejandrina a visitar lo
que era entonces el Despacho de la Primera Dama y “de la Familia Dominicana”,
donde compartimos un almuerzo con ella y sus hijos Carlos Francisco, Hamlet
Adonni, Alberto Alejandro y Ubaldo Enríquez. En aquella ocasión, festejábamos
el ejemplo de superación de doña Alejandrina, quién a sus 68 años se había
graduado del bachillerato, y había formado una hermosa familia de jóvenes
emprendedores, ciudadanos responsables y de buen vivir.
En aquel entonces me emocionó el entusiasmo de doña
Alejandrina y la determinación con la que había asumido el compromiso de
“ayudar a transformar” la sociedad, como ella misma me planteó. Me dijo que
terminó sus estudios de bachillerato motivada con la idea de ser alguien en la
vida porque, según su convicción, “los caminos malos no conducen a nada
agradable y la educación es fundamental en el hogar y en la escuela, ya que
ningún país se desarrolla sin recibir el pan de la enseñanza”. Qué gran motivación nos impregnó a todos,
renovando nuestro compromiso, convencidos de que con mujeres y madres como ella
nuestra semilla de esperanza no caía en el desierto.
Con emoción, me manifestó su deseo de estudiar Derecho.
Le dije que contaba con todo mi apoyo. A 4 años de esa conversación, y luego de
ver el esfuerzo de esta bella mujer coronado con su titulo de abogada, ya se
imaginan ustedes la felicidad y el sano
orgullo que me embargaron y el gran privilegio que sentí por haber conocido el
ejemplo de doña Alejandrina.
Hace unos años se publicó un interesante estudio que
planteaba que estudiar después de los 60 era beneficioso para la salud. El
desarrollo de nuevas habilidades en edad adulta, ayuda a ejercitar la mente y
el cuerpo, mejora las relaciones sociales y eleva la autoestima.
El reto de estudiar en la tercera edad no es solo de
actitud; hay serias limitaciones físicas a vencer.
A los 60 años el cerebro humano ha perdido, en promedio,
unas 5 millones de neuronas y el cerebro es más pequeño. Por ello, el estudio
en la tercera edad es necesario para someter al cerebro a estímulos continuos
que desarrollen nuevas conexiones neuronales y aumento de ciertas áreas del
mismo. Asimismo, investigaciones científicas más recientes han determinado que
las personas pueden retener cerca del 98% de sus capacidades mentales hasta los
80 años, siempre y cuando en ellas no existan deterioros físicos.
Ha quedado demostrado que el ser humano conserva casi
intacta la facultad de adquirir nuevos conocimientos, es decir, el ser humano
puede aprender, emprender y rehabilitarse en cualquier etapa de su vida, debido
a la maravillosa “plasticidad del
cerebro”, descubierta recientemente en la última década.
En un mundo que envejece – el planeta registra un
descenso en las tasas de natalidad debido a los avances de la medicina –
debemos reflexionar sobre las políticas públicas para la protección de los
derechos de los envejecientes y, a la vez, para su inclusión en la sociedad
como entes productivos.
En un interesante estudio titulado “Factores asociados a
la calidad de vida de los adultos mayores”, se plantea que si a los adultos
mayores se les capacita y se les favorece al generar sus propios ingresos
económicos, se podría esperar una mejor calidad de vida de los envejecientes.
El artículo 57 de la Constitución dominicana consigna la
protección de las personas de tercera edad, haciendo un llamado a la familia, a
la sociedad y al Estado a promover la integración de los adultos mayores en la
vida activa y comunitaria.
Para tener los datos en perspectiva, los datos del Censo
de la ONE arrojan que entre 2002 y 2010, el grupo de edad que más creció en el
país fue el de adultos mayores (un 22.5%), proyectándose que para el 2020 las
personas de 65 años o más correspondan a alrededor de un 8% de la población
total.
En nuestro país, el ambicioso plan de alfabetización que
ha impulsado el actual Gobierno que encabeza el Presidente Danilo Medina, ha
puesto en relevancia la importancia de seguir definiendo políticas públicas integrales
que incidan en la calidad de vida de las personas en tercera edad.
Por primera vez en sus vidas, cientos de miles de
personas que no estaban alfabetizadas, ven como se abren ante sus ojos las
puertas del conocimiento, lo que resulta en la necesidad de proveer de
oportunidades de formación a ese sector de la población.
Gracias a la tecnología, el cuidado y la atención al
adulto mayor permite su participación activa en la sociedad, mediante el
aprendizaje y la enseñanza a su ritmo y desde sus propios espacios.
Es preciso promover en nuestra sociedad una cultura de
promoción y respeto de los derechos del adulto mayor, lo que se ha venido a
conocer como la “cultura del envejecimiento”, en la cual nuestra sociedad
respeta y atesora el valor y la experiencia del adulto mayor, a la vez que le
provee de un espacio de envejecimiento activo, saludable y participativo.