Dra. Margarita Cedeño de Fernández
Listin Diario | "Opiniones"
Autora: Margarita Cedeño de Fernández
@Margaritacdf
En el mundo de la innovación se habla constantemente de
las ‘Tecnologías o Innovaciones Disruptivas’, término que está de moda
especialmente en el ecosistema emprendedor. El concepto hace referencia a un
anglicismo que considera ciertas innovaciones o tecnologías baratas, rápidas y
sencillas, como sucesos que transforman un mercado progresivamente o que crean
un nuevo mercado.
Un ejemplo que ilustra a la perfección este tipo de
innovación es el servicio de intermediación de transporte urbano conocido como ‘Über’,
un servicio que pone en contacto a taxistas con pasajeros, a través de una
aplicación de teléfono inteligente. En apenas 5 años de existencia, esta
innovación ha recaudado 1.5 billones de dólares en fondos de inversión y
alcanza un valor de mercado de 17 billones de dólares. Su aporte “disruptivo”
ha sido romper los monopolios de operadoras de taxi, disminuyendo los costos
del servicio y haciéndolo más seguro y confiable; esto ha causado grandes
protestas de taxistas “tradicionales” en ciudades como Madrid, Londres y París.
Clayton Christensen es el primero que acuña el término,
haciendo referencia a la transformación de mercados que supusieron la
computadora personal y los celulares. Christensen considera que los negocios
con esta vocación “tienen menores márgenes de ganancia, inician con mercados
focalizados y de menor poder adquisitivo e inician con productos y servicios
sencillos, pero que pueden no resultar atractivos frente a soluciones
existentes”.
Hoy en día, la posibilidad de que negocios con estas
características transformen los mercados, ha crecido exponencialmente, tal y
como sucedió con Über. El mercado de aplicaciones de Apple, Google y Samsung
está repleto de ejemplos de esta realidad, donde cada mes aplicaciones y juegos
creados por jóvenes con pocos recursos y mucha imaginación, pasan a tener
ventas millonarias y a desplazar a desarrolladores de software muy reconocidos.
Los procesos colaborativos que promueve la tecnología,
como el ‘Crowdfunding’, permiten que tecnologías con el potencial de crear o
transformar un mercado, puedan ser desarrolladas y, en consecuencia, generar
ingresos. Es un cambio sustancial en la matriz de innovación, donde el
innovador ya no tiene que llevar su producto, necesariamente, a un
inversionista dispuesto a financiarlo. En la actualidad, los innovadores
publican su creación y piden el aporte colectivo para hacerlo realidad.
No es un secreto que la generación de ingresos en el
siglo XXI se sustenta, mayormente, en la economía del conocimiento. En la
medida en que la tecnología hace el trabajo que antes requería mucha mano de
obra, el mercado laboral se va moviendo hacia la sociedad del conocimiento como
generación de ingresos.
Nuestro país debe insertarse en ese escenario,
promoviendo los ecosistemas innovadores y de emprendimiento basados en el
desarrollo de la tecnología. Justo la semana pasada hemos promovido la
iniciativa “Hora del Código” de la fundación Code.org, donde se promueve que
personas de todas las edades dediquen una hora a programar un juego de video, y
que se vea lo fácil que es crear una aplicación en lenguaje de programación. El
resultado es que más de 56,000 personas, principalmente desde los Centros
Tecnológicos Comunitarios (CTC) de todo el país, dedicaron una hora a esta
interesante iniciativa.
Parte importante de la “disrupción”, como afirma Erika
Baum en un blog, lo es el modelo de negocios. Las empresas de tecnología se han
convertido en especialistas de nuevos esquemas de gestión, debido a que sus
nóminas están formadas mayormente por mentes creativas que se distancian de los
modelos organizacionales burocráticos y jerárquicos.
Este mundo empresarial del siglo XXI está preparado para
el fracaso constante, bajo la premisa de que sólo así se puede llegar a una
innovación que realmente irrumpa en el mercado con éxito. Pero para ello, las
legislaciones y esquemas tributarios, promueven la innovación y protegen al
innovador de la posibilidad del fracaso, permitiéndole aprender de sus errores
y continuar su camino de emprendimientos.
Esto es parte de lo que puede tomar República Dominicana
del concepto de “innovación disruptiva”, y aplicarlo tanto al mundo empresarial
como a la gestión pública. En esto último disponemos de grandes oportunidades
para aunar la política de promoción de PYMES, que ha implementado el Presidente
Danilo Medina, con una política de innovación permanente, para propiciar
nuestra irrupción en mercados existentes o la creación de nuevos mercados en
nuestro país.
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