OPINION: Que se necesita para la reconversión agropecuaria de República Dominicana
PORTADA 11:05
Por Ing. Juan Modesto Chávez., MSc., Director Ejecutivo del CONIAF
Dr. Cesar A. Montero, encargado Producción Animal - CONIAF
En el primer artículo, recientemente publicado, sobre reconversión productiva en el sector agropecuario de la Republica Dominicana se tocan aspectos de definición, experiencia en Latinoamérica y la necesidad imperiosa de utilizar los resultados promisorios obtenidos por medio de proyectos de generación, validación y transferencias de tecnologías del Sistema Nacional de Investigaciones Agropecuarias y Forestales. Ahora bien cuál es la razón que justifica hablar de reconversión de un sector, pues, hacerlo competitivo tomando como base que Republica Dominicana ocupa el nivel 110 en la clasificación mundial de competitividad 2012-2013 mientras que algunos de los países competidores como Costa Rica, Méjico y Panamá se encuentran en las posiciones 54, 55 y 40 respectivamente.
Con frecuencia se escucha en los medios a personalidades del sector agropecuario decir no somos competitivos en arroz, habichuela, bananos, producción de leche, carne entre otros, por lo que tratan de convencernos de que la única salida que tendremos cuando entre en efecto lo acordado en el DR-CAFTA es cambiar por raso nuestro menú de ofertas o importar grandes cantidades de los productos de consumo masivos. Este concepto en labios de pequeño productores y público desinformado podría calificarse de ingenuidad pero cuando viene de personas muy bien informadas con capacidad técnica reconocida entonces tendríamos que asegurar que los interlocutores están representando intereses ajenos a la gran mayoría de productores del sector.
Si se considera que la competitividad es la habilidad para crear, producir y distribuir productos o servicios en el contexto internacional, manteniendo ganancias crecientes de los recursos, defendiendo su propio mercado doméstico respecto a una excesiva penetración de importaciones (Rojas, 1999), entonces hay razones de sobra para decir no somos competitivo y menos cuando nos situamos en el contexto de acuerdos de libre comercio en los que somos signatarios. El DR-CAFTA (Dominican Republic-Central America Free Trade Agreement) o TLC (Tratado de Libre Comercio entre República Dominicana, Centroamérica y Estados Unidos de América) es un tratado que ha creado una zona de libre comercio entre los países firmantes. Hace permanente los beneficios para el 80% de productos centroamericanos que brinda la Iniciativa de la Cuenca del Caribe (ICC), abarcando un volumen comercial de treinta mil millones de dólares.
En el caso que nos ocupa, en el sector agropecuario, era necesario comenzar desde el año 2006 un proceso de reconversión de la agropecuaria dominicana para en el año 2015 estar en condiciones de competir con nuestros socios. ¿Qué hemos hecho?, ¿Dónde estás nuestro plan de reconversión? Podemos mencionar algunos intentos de manera aislada, por ejemplo Producción bajo Ambiente Controlado (invernaderos) en el subsector agrícola o el intento del Proyecto para el Mejoramiento de la Ganadería de Leche, a partir de la introducción de razas tropicalizadas como el Gyr Lechero en el subsector pecuario, pero no responden a un Plan Nacional de Reconversión.
Ahora bien, ante la realidad planteada casi a mediado del año 2014 ¿Que podemos hacer con la situación que nos espera a partir del año 2015?
En la humilde opinión de los autores, la reconversión agropecuaria debe enfocarse en dos ejes estratégicos bien definidos; agricultura para la exportación y agricultura familiar. En la agricultura para la exportación, el primer paso que debe considerarse es asumir la premisa de que en la mayoría de los productos que cultivamos no somos ni seremos competitivos, sin embargo, son imprescindible por soberanía alimentaria (autosuficiencia), y generación de empleos, siendo cantidad (volumen), inocuidad, y productividad los factores fundamentales a mejorar para lograr ciertos índices de competitividad.
Un ejemplo lo constituye el arroz como uno de los rubros que somos autosuficientes, en el mismo no somos competitivos; siendo el costo de producción una de sus limitantes, sin embargo, en la cadena de valor se genera 200,000 empleos directos complementados con 150,000 empleos más del componente de comercialización del mismo. En este caso como en otros no nos queda otra alternativa que la de implementar un programa agresivo para incrementar productividad (bajar costo de producción y aumentar producción por unidad de superficie), e incrementar las investigaciones para la obtención de nuevas variedades de alto rendimiento.
El volumen de lo producido en el sector agropecuario es y será una gran limitante en la mayoría de nuestros rubros. No es casual que el Presidente de la Republica se incline en ayudar las cooperativas y asociaciones de productores y en nuestra opinión, se debe realizar esfuerzos para tratar de conformar federaciones y así lograr producir cantidades para llenar furgones. La oferta de Republica Dominicana es aun reducida y así será hasta que Cuba y Puerto Rico ensamblen un programa de producción para la exportación que nos ayuden a convertir esta área en un mercado competitivo de productos de la agropecuaria. Nuestra salida parece ser buscar características (sabor, olor, propiedades químicas., entre otras) en algunos productos que cultivados en nuestro territorio que poseen particularidades que los hacen especiales. Se tienen como ejemplos el cacao, café, mango banilejo y aguacate los que se han caracterizado e identificado sus atribuciones.
La inocuidad, como componente de la competitividad, es un factor complejo de amplio espectro cuya dependencia descansa en la capacitación. Aunque siempre se reconoce algún interés oficial en mejorar, tan importante limitante, frecuentemente se tiende a dedicar más tiempo en ocultar los problemas que en enfrentarlos. Se hace imperante un estudio de las pérdidas por furgones rechazados por año que serviría de base para buscar salidas al problema del uso y manejo de los químicos en la agropecuaria. El tema parece espinoso por tocar un área de alto interés comercial, sin embargo, sin la menor dudas nos atrevemos a puntualizar que la puesta en marcha de la regulación de uso y manejo de pesticidas en el país repercutiría incrementando la demanda de productos agropecuarios y incrementaría también la cantidad de químicos usados.
Otra alternativa que parece viable en Republica Dominicana es la de expandir el cultivo de productos no tradicionales como guanábana, cajuil, tamarindo, granada, hierbas aromáticas, limoncillo, limón criollo, pera criolla, zapote, cereza y pitahaya entre otros. No podemos olvidar que las características y potencial productivo de los diferentes agro-ecosistemas permiten identificar las alternativas de reconversión productiva más apropiadas y no importa cuál sea el cultivo la reconversión para la exportación debe estar acompañada de un paquete tecnológico adaptado a las condiciones locales, financiamiento y un seguimiento técnico especializado.
La mayor preocupación de quienes escriben es que a mitad del 2014 no se ha presentado una sola iniciativa orientada a implementar un verdadero programa de reconversión productiva para aumentar productividad como primera fase para lograr que nuestro sector agroalimentario sobreviva a lo que se aproxima. Un gran número de los países socios y competidores, la mayoría con 40 y 50 puntos por encima de nuestro país en índice de competitividad, están empujando y logrando avances impresionantes en la agro-industrialización como una de las últimas fases de la agro-cadena de la mayoría de sus productos, y el elemento vital de la competitividad y donde descansa el verdadero futuro del sector agro-alimentario de nuestra nación.
Autores:
Ing. Juan Modesto Chávez., MSc. Director Ejecutivo del CONIAF
Dr. Cesar A. Montero, Encargado Producción Animal - CONIAF
Dr. Cesar A. Montero, encargado Producción Animal - CONIAF
En el primer artículo, recientemente publicado, sobre reconversión productiva en el sector agropecuario de la Republica Dominicana se tocan aspectos de definición, experiencia en Latinoamérica y la necesidad imperiosa de utilizar los resultados promisorios obtenidos por medio de proyectos de generación, validación y transferencias de tecnologías del Sistema Nacional de Investigaciones Agropecuarias y Forestales. Ahora bien cuál es la razón que justifica hablar de reconversión de un sector, pues, hacerlo competitivo tomando como base que Republica Dominicana ocupa el nivel 110 en la clasificación mundial de competitividad 2012-2013 mientras que algunos de los países competidores como Costa Rica, Méjico y Panamá se encuentran en las posiciones 54, 55 y 40 respectivamente.
Con frecuencia se escucha en los medios a personalidades del sector agropecuario decir no somos competitivos en arroz, habichuela, bananos, producción de leche, carne entre otros, por lo que tratan de convencernos de que la única salida que tendremos cuando entre en efecto lo acordado en el DR-CAFTA es cambiar por raso nuestro menú de ofertas o importar grandes cantidades de los productos de consumo masivos. Este concepto en labios de pequeño productores y público desinformado podría calificarse de ingenuidad pero cuando viene de personas muy bien informadas con capacidad técnica reconocida entonces tendríamos que asegurar que los interlocutores están representando intereses ajenos a la gran mayoría de productores del sector.
Si se considera que la competitividad es la habilidad para crear, producir y distribuir productos o servicios en el contexto internacional, manteniendo ganancias crecientes de los recursos, defendiendo su propio mercado doméstico respecto a una excesiva penetración de importaciones (Rojas, 1999), entonces hay razones de sobra para decir no somos competitivo y menos cuando nos situamos en el contexto de acuerdos de libre comercio en los que somos signatarios. El DR-CAFTA (Dominican Republic-Central America Free Trade Agreement) o TLC (Tratado de Libre Comercio entre República Dominicana, Centroamérica y Estados Unidos de América) es un tratado que ha creado una zona de libre comercio entre los países firmantes. Hace permanente los beneficios para el 80% de productos centroamericanos que brinda la Iniciativa de la Cuenca del Caribe (ICC), abarcando un volumen comercial de treinta mil millones de dólares.
En el caso que nos ocupa, en el sector agropecuario, era necesario comenzar desde el año 2006 un proceso de reconversión de la agropecuaria dominicana para en el año 2015 estar en condiciones de competir con nuestros socios. ¿Qué hemos hecho?, ¿Dónde estás nuestro plan de reconversión? Podemos mencionar algunos intentos de manera aislada, por ejemplo Producción bajo Ambiente Controlado (invernaderos) en el subsector agrícola o el intento del Proyecto para el Mejoramiento de la Ganadería de Leche, a partir de la introducción de razas tropicalizadas como el Gyr Lechero en el subsector pecuario, pero no responden a un Plan Nacional de Reconversión.
Ahora bien, ante la realidad planteada casi a mediado del año 2014 ¿Que podemos hacer con la situación que nos espera a partir del año 2015?
En la humilde opinión de los autores, la reconversión agropecuaria debe enfocarse en dos ejes estratégicos bien definidos; agricultura para la exportación y agricultura familiar. En la agricultura para la exportación, el primer paso que debe considerarse es asumir la premisa de que en la mayoría de los productos que cultivamos no somos ni seremos competitivos, sin embargo, son imprescindible por soberanía alimentaria (autosuficiencia), y generación de empleos, siendo cantidad (volumen), inocuidad, y productividad los factores fundamentales a mejorar para lograr ciertos índices de competitividad.
Un ejemplo lo constituye el arroz como uno de los rubros que somos autosuficientes, en el mismo no somos competitivos; siendo el costo de producción una de sus limitantes, sin embargo, en la cadena de valor se genera 200,000 empleos directos complementados con 150,000 empleos más del componente de comercialización del mismo. En este caso como en otros no nos queda otra alternativa que la de implementar un programa agresivo para incrementar productividad (bajar costo de producción y aumentar producción por unidad de superficie), e incrementar las investigaciones para la obtención de nuevas variedades de alto rendimiento.
El volumen de lo producido en el sector agropecuario es y será una gran limitante en la mayoría de nuestros rubros. No es casual que el Presidente de la Republica se incline en ayudar las cooperativas y asociaciones de productores y en nuestra opinión, se debe realizar esfuerzos para tratar de conformar federaciones y así lograr producir cantidades para llenar furgones. La oferta de Republica Dominicana es aun reducida y así será hasta que Cuba y Puerto Rico ensamblen un programa de producción para la exportación que nos ayuden a convertir esta área en un mercado competitivo de productos de la agropecuaria. Nuestra salida parece ser buscar características (sabor, olor, propiedades químicas., entre otras) en algunos productos que cultivados en nuestro territorio que poseen particularidades que los hacen especiales. Se tienen como ejemplos el cacao, café, mango banilejo y aguacate los que se han caracterizado e identificado sus atribuciones.
La inocuidad, como componente de la competitividad, es un factor complejo de amplio espectro cuya dependencia descansa en la capacitación. Aunque siempre se reconoce algún interés oficial en mejorar, tan importante limitante, frecuentemente se tiende a dedicar más tiempo en ocultar los problemas que en enfrentarlos. Se hace imperante un estudio de las pérdidas por furgones rechazados por año que serviría de base para buscar salidas al problema del uso y manejo de los químicos en la agropecuaria. El tema parece espinoso por tocar un área de alto interés comercial, sin embargo, sin la menor dudas nos atrevemos a puntualizar que la puesta en marcha de la regulación de uso y manejo de pesticidas en el país repercutiría incrementando la demanda de productos agropecuarios y incrementaría también la cantidad de químicos usados.
Otra alternativa que parece viable en Republica Dominicana es la de expandir el cultivo de productos no tradicionales como guanábana, cajuil, tamarindo, granada, hierbas aromáticas, limoncillo, limón criollo, pera criolla, zapote, cereza y pitahaya entre otros. No podemos olvidar que las características y potencial productivo de los diferentes agro-ecosistemas permiten identificar las alternativas de reconversión productiva más apropiadas y no importa cuál sea el cultivo la reconversión para la exportación debe estar acompañada de un paquete tecnológico adaptado a las condiciones locales, financiamiento y un seguimiento técnico especializado.
La mayor preocupación de quienes escriben es que a mitad del 2014 no se ha presentado una sola iniciativa orientada a implementar un verdadero programa de reconversión productiva para aumentar productividad como primera fase para lograr que nuestro sector agroalimentario sobreviva a lo que se aproxima. Un gran número de los países socios y competidores, la mayoría con 40 y 50 puntos por encima de nuestro país en índice de competitividad, están empujando y logrando avances impresionantes en la agro-industrialización como una de las últimas fases de la agro-cadena de la mayoría de sus productos, y el elemento vital de la competitividad y donde descansa el verdadero futuro del sector agro-alimentario de nuestra nación.
Autores:
Ing. Juan Modesto Chávez., MSc. Director Ejecutivo del CONIAF
Dr. Cesar A. Montero, Encargado Producción Animal - CONIAF